Se unieron para conservar sus tierras y hoy aprenden juntos a vivir mejor
Estrenan un documental sobre la sorprendente historia del Mocase, el movimiento campesino de Santiago del Estero
Antes de organizarse para aunar esfuerzos, muchos campesinos santiagueños llevaban una vida como la que narra Luisa Serrano. "Creíamos que los políticos nos podrían traer la salvación, porque no conocíamos más nada. Éramos trabajadores golondrina. Cuando empezaba la cosecha nos teníamos que ir de nuestras casas por seis meses -recuerda-. Cuando volvíamos, nuestra casa ya estaba toda caída. Por eso vivíamos por los caminos. Ahora trabajamos por la soberanía alimentaria, toda la familia unida. En la huerta y los animales. Si hay que ir a ver una vaca, o si hay que ordeñar, todos tenemos tarea. Lo mismo pasa en la formación. Toda la familia concurre a la organización, porque no sirve de nada que una sola persona en la casa sepa hacer de todo y el resto no".
El testimonio forma parte del documental "Mocase, la alternativa campesina", cuya primera parte se estrenará en Tucumán hoy jueves a las 18.30, en el anfiteatro 4 de la Facultad de Filosofía y Letras, y mañana viernes a las 20 en el aula magna de la Facultad de Derecho. Se realizará con la presencia de representantes del Movimiento Campesino de Santiago del Estero y los realizadores. Fue producido por la cooperativa Los Díaz y dirigido por Gustavo Caro y Daniel Gerez. Al término de la proyección habrá una charla con el público.
El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) surge en 1990 en respuesta a la llegada de productores sojeros que producen desmontes. Y los campesinos se ven obligados a organizarse para defender su territorio. A partir de ahí empieza a crecer la organización y comienzan a trabajar sobre otros ejes de su cultura campesina: la soberanía alimentaria, la tenencia de la tierra y la reforma agraria. "Hoy nuclea a unas 8.000 familias, tiene 11 centrales y es el movimiento campesino más importante de la Argentina", destacó Gustavo Caro, que además es docente de la Escuela de Cine de la UNT.
Desde el inicio de la lucha, con un conflicto que trascendió a través de los medios, los campesinos santiagueños recibieron la solidaridad de otros grupos de campesinos y trabajadores de distintos lugares del país, especialmente de gente residente en Buenos Aires que había emigrado del interior. Así fundaron el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), para coordinar acciones. También forman parte de una coordinadora latinoamericana y de otra internacional que abarca 70 países.
En una de las escenas del documental, una familia de pequeños agricultores camina sobre un campo arado y habla sobre sus planes. Sembrar sandía, zapallo y maíz. Dicen que el maíz será de la variedad criolla, destinado a sacar semilla para repartir a la comunidad que los nuclea, a fin de reforzar la soberanía alimentaria. Un valor que entienden y defienden gracias al conocimiento que les dio la organización.
"En las primeras reuniones éramos poquitos -cuenta Raimundo Enrique-. A la noche nos juntábamos, y pensábamos. Estaba fuerte la política del juarismo. No nos llevó el apunte, pero los del Mocase trabajábamos en el monte silenciosamente".
"Y así luchando, nos fuimos organizando -agrega Luisa Serrano-. Después hemos conseguido muchas cosas. Yo no sé leer ni escribir, pero gracias al Mocase he aprendido mucho y conozco mis derechos. Por eso hoy estamos en nuestra tierra luchando para que no seamos desalojados".
Diego Montón, del MNCI, resume: "Frente al avance de las transnacionales que quieren imponer una 'revolución verde', es decir más transgénicos, más agrotóxicos y más mercantilización de los alimentos. La vía campesina internacional propone la soberanía alimentaria. Es el derecho de los pueblos a definir qué alimentos quiere consumir y cómo los quiere producir".
Además de la lucha por la tierra, el Mocase también organizó al campesinado en la comercialización del algodón, producción tradicional de la zona de Quimilí. Hasta entonces, los campesinos eran explotados por los intermediarios que trasladaban el algodón a las desmotadoras.
"Me acuerdo que juntamos el algodón de nuestra zona en una camioneta y la llevamos a vender a la desmotadora en Quimilí -narra Mirta Coronel-. Ahí recién pudimos ver dinero. Antes venía el intermediario, cargaba el algodón y traía mercadería a cambio. Pagaba lo que él quería".
Antes de organizarse para aunar esfuerzos, muchos campesinos santiagueños llevaban una vida como la que narra Luisa Serrano: "Creíamos que los políticos nos podrían traer la salvación, porque no conocíamos más nada. Éramos trabajadores golondrina. Cuando empezaba la cosecha nos teníamos que ir de nuestras casas por seis meses -recuerda-. Cuando volvíamos, nuestra casa ya estaba toda caída. Por eso vivíamos por los caminos. Ahora trabajamos por la soberanía alimentaria, toda la familia unida. En la huerta y los animales. Si hay que ir a ver una vaca, o si hay que ordeñar, todos tenemos tarea. Lo mismo pasa en la formación. Toda la familia concurre a la organización, porque no sirve de nada que una sola persona en la casa sepa hacer de todo y el resto no".
El testimonio forma parte del documental "Mocase, la alternativa campesina", cuya primera parte se estrenará en Tucumán hoy jueves a las 18.30, en el anfiteatro 4 de la Facultad de Filosofía y Letras, y mañana viernes a las 20 en el aula magna de la Facultad de Derecho. Se realizará con la presencia de representantes del Movimiento Campesino de Santiago del Estero y los realizadores. Fue producido por la cooperativa Los Díaz y dirigido por Gustavo Caro y Daniel Gerez. Al término de la proyección habrá una charla con el público.
El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) surge en 1990 en respuesta a la llegada de productores sojeros que producen desmontes. Y los campesinos se ven obligados a organizarse para defender su territorio. A partir de ahí empieza a crecer la organización y comienzan a trabajar sobre otros ejes de su cultura campesina: la soberanía alimentaria, la tenencia de la tierra y la reforma agraria. "Hoy nuclea a unas 8.000 familias, tiene 11 centrales y es el movimiento campesino más importante de la Argentina", destacó Gustavo Caro, que además es docente de la Escuela de Cine de la UNT.
Desde el inicio de la lucha, con un conflicto que trascendió a través de los medios, los campesinos santiagueños recibieron la solidaridad de otros grupos de campesinos y trabajadores de distintos lugares del país, especialmente de gente residente en Buenos Aires que había emigrado del interior. Así fundaron el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), para coordinar acciones. También forman parte de una coordinadora latinoamericana y de otra internacional que abarca 70 países.
En una de las escenas del documental, una familia de pequeños agricultores camina sobre un campo arado y habla sobre sus planes. Sembrar sandía, zapallo y maíz. Dicen que el maíz será de la variedad criolla, destinado a sacar semilla para repartir a la comunidad que los nuclea, a fin de reforzar la soberanía alimentaria. Un valor que entienden y defienden gracias al conocimiento que les dio la organización.
"En las primeras reuniones éramos poquitos -cuenta Raimundo Enrique-. A la noche nos juntábamos, y pensábamos. Estaba fuerte la política del juarismo. No nos llevó el apunte, pero los del Mocase trabajábamos en el monte silenciosamente"."Y así luchando, nos fuimos organizando -agrega Luisa Serrano-. Después hemos conseguido muchas cosas. Yo no sé leer ni escribir, pero gracias al Mocase he aprendido mucho y conozco mis derechos. Por eso hoy estamos en nuestra tierra luchando para que no seamos desalojados".
Diego Montón, del MNCI, resume: "Frente al avance de las transnacionales que quieren imponer una 'revolución verde', es decir más transgénicos, más agrotóxicos y más mercantilización de los alimentos. La vía campesina internacional propone la soberanía alimentaria. Es el derecho de los pueblos a definir qué alimentos quiere consumir y cómo los quiere producir".
Además de la lucha por la tierra, el Mocase también organizó al campesinado en la comercialización del algodón, producción tradicional de la zona de Quimilí. Hasta entonces, los campesinos eran explotados por los intermediarios que trasladaban el algodón a las desmotadoras.
"Me acuerdo que juntamos el algodón de nuestra zona en una camioneta y la llevamos a vender a la desmotadora en Quimilí -narra Mirta Coronel-. Ahí recién pudimos ver dinero. Antes venía el intermediario, cargaba el algodón y traía mercadería a cambio. Pagaba lo que él quería".
Los realizadores comentaron que las otras tres partes del documental están en proceso de edición y serán difundidas dentro de algunos meses.